sábado, 21 de enero de 2012

Florent Marcellesi, especialista en Ecología Política, pide la conversión de "banca ética" como norma para el sector bancario

"SI TODAS LAS PERSONAS DEL MUNDO VIVIERAN COMO LOS ESPAÑOLES NECESITARÍAMOS TRES PLANETAS"

A Flornet, le hicimos una entrevista en gomarrota, si la quieres ver pincha en: http://pventrevistas.blogspot.com/2009/08/florent-marcellesi.html#links
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VMPress.

(VMPress)

 El pasado martes 27, dentro del ciclo Equoloquios, tuvo lugar una conferencia por parte de Florent Marcellesi, activista ecologista, investigador y uno de los especialistas en Ecología Política a nivel nacional e internacional, invitado por EQUO Región de Murcia. Aprovechamos su visita para realizarle la siguiente entrevista.


Estamos atravesando una crisis no sólo económica, sino también ecológica. ¿Qué soluciones aporta la ecología política?

La ecología política plantea una transformación ecológica, social, democrática y ética de la sociedad. 

Esto pasa por relocalizar la economía en torno a actividades poco intensivas en energía pero sí en mano de obra, que creen utilidad socioecológica y que desmantelen la lógica social del consumismo. Al mismo tiempo, necesitamos invertir masivamente en tecnologías y energías limpias, en la mejora de los ecosistemas y en los sectores sostenibles (véase el New Deal Verde), la autosuficiencia energética y la soberanía alimentaria. Supone también hacer un uso masivo de la reducción de la jornada laboral y del reparto del trabajo, incluyendo el de los cuidados así como redistribuir la riqueza a través de una renta máxima, una renta básica de ciudadanía y una fiscalidad sobre los capitales y los recursos naturales. Es prioritaria la regulación drástica del sector financiero y la conversión de la “banca ética” en norma para el sector bancario. Por fin hace falta construir una macroeconomía ecológica que integre las variables ecológicas y donde la estabilidad no dependa del crecimiento, la productividad del trabajo no sea el factor determinante y, sobre todo, que supere definitivamente el PIB como indicador principal de riqueza. 

Para todo esto y como instrumento vertebrador de una transición exitosa, tenemos que poner en marcha una democracia participativa y ecológica.

¿Qué es la Ecología Política?
Defino la ecología política como un sistema de pensamiento global y autónomo que busca alcanzar a la vez justicia social y ambiental, para las generaciones presentes y futuras, tanto en el Norte como en el Sur y extendiendo el concepto de solidaridad al resto de seres vivos y no humanos. La ecología política responde a unas necesidades históricas concretas marcadas por las múltiples crisis actuales: ecológica, social, democrática y ética, dicho de otro modo una crisis civilizacional. Ante la oportunidad y necesidad de cambio que trae consigo el siglo XXI, el mayor reto de la ecología política es inventar una sociedad donde seamos capaces de ser felices como seres humanos, dentro de los límites ecológicos de un planeta finito y de forma democrática.


Hay una corriente que promulga el llamado decrecimiento como un modo de salir de esta situación. ¿En qué consiste?
El decrecimiento, una herejía para el sistema socio-económico dominante, tiene el mismo trasfondo que la ecología política: no existe un crecimiento infinito en un planeta finito. Salir del dogma del crecimiento y de la dictadura del PIB, reducir drásticamente nuestra huella ecológica o combinar justicia social y ambiental dentro de los límites del Planeta son las bases del ecologismo político y social. En este marco, el decrecimiento es más bien una herramienta, un término obús y provocador que sabe convocar y obligar a reflexionar sobre la situación actual del mundo, mientras que la ecología política se refiere al conjunto de valores, propuestas e ideas que conforman la ideología verde. Ambos tienen como objetivo un cambio de paradigma social, cultural, económico, etc. hacia la construcción de sociedades resilientes, democráticas y de seres humanos libres, que sepan vivir en armonía con la biosfera y el conjunto de su entorno.

¿No cree que esta filosofía de vida es algo utópica?
Lo utópico es pensar que podemos seguir viviendo en un sistema socio-económico por encima de los límites ecológicos del Planeta (si todas las personas de este mundo vivieran como los españoles, ¡necesitaríamos tres planetas!). Tarde o temprano Tendremos que volver a un flujo de material y energía acorde con la biocapacidad de la Tierra.

En esta época navideña de consumo desorbitado, ¿cómo se puede, como consumidores, tener hábitos respetuosos con el planeta y con los países en vías de desarrollo?
Apostando por un consumo consciente y transformador, por ejemplo consumiendo local y ecológico, y reduciendo el número de compras: en una sociedad de la abundancia como la nuestra, lo importante es la calidad, no la cantidad. Para alcanzar estos objetivos, animo a consultar campañas como la del “Otro regalo” de Jóvenes Verdes (http://www.jovenesverdes.org/elotroregalo/) donde proponen divertidas alternativas para escapar del consumismo, entre ellas: exenciones de regalo, regalos manuales, de comercio justo, productos locales....

Ud. es miembro de la Comisión Gestora de EQUO. ¿Cómo valora los resultados obtenidos por su formación a nivel nacional?
Es de recalcar que Equo ha despertado mucha ilusión y que unas 215.000 personas han votado a Equo como opción política en solitario, lo cual es una muy buena señal de cara al futuro y nos anima a continuar trabajando para ser más fuertes para las próximas convocatorias electorales (como las andaluzas en marzo 2012) y la construcción de una cooperativa política del siglo XXI, horizontal y transparente.

Es cierto que los resultados en Madrid no han sido los esperados. El adelanto electoral y la falta de medios económicos nos han perjudicado para dar a conocer nuestro proyecto a la ciudadanía y eso se ha notado en el número de votos. Además, Equo ha sido una de las fuerzas políticas más perjudicadas por la ley electoral ya que es una ley claramente injusta que impide que el Parlamento refleje la diversidad real de la población española, por lo que vamos a seguir luchando por cambiarla y confiamos en la capacidad de acción ciudadanía para hacerlo.

¿Qué le parecen los movimientos sociales surgidos este año (15-M, DRY, etc.) que demandan más democracia y otra forma de hacer política?
Un soplo de aire fresco y de esperanzas en el ser humano. Como lo escribía cuando estalló el movimiento y que confirman los últimos meses: el 15-M, sean cuales sean sus realizaciones concretas a corto plazo y como fiel sucesora de 1968, es una brecha cultural abierta a largo plazo. Es otro punto de inflexión más hacia la civilización de la política y la repolitización de la sociedad. Añadiría ahora que con la movilización planetaria del 15-O, las y los indignados han dado otra dimensión al movimiento que, espero, junto con otras movilizaciones alter-mundialistas y ecologistas, sea una semilla más para la construcción de una conciencia ciudadana global.

También ha sido de gran interés descubrir en la cumbre de Durban a los “indignados climáticos” a través de Occupy COP17, una simbiosis entre los movimientos de justicia climática y los indignados de Plaza del Sol y de Wall Street. Esta bifurcación entre movimientos de justicia ambiental, social y democrática a nivel local y mundial es una necesidad imperiosa para poner en marcha en la calle y en las instituciones cambios que los líderes actuales no parecen ser capaces de decidir en estos momentos.

Acaba de constituirse el nuevo gobierno del Partido Popular. ¿Qué expectativas tiene con respecto a las medidas que pueda tomar? ¿Cree que esas medidas son adecuadas para salir de la crisis?
Tras el discurso de investidura y la formación del gobierno, desde Equo tenemos muy pocas expectativas. Por desgracia, el gobierno está formado por representantes de los mercados especulativos, ex directivos de empresas armamentísticas y defensores de lobbies.

Por ejemplo se ha dado la cartera a De Guindos, un ex Lehman Brothers; banco especulativo causante, en gran medida de la crisis en la que nos encontramos. Por su parte Arias Cañete, el nuevo ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, siempre se ha caracterizado por su defensa de los lobbies agrícolas frente a las políticas medioambientales. Además es escandaloso que haya desaparecido la secretaria de Cambio Climático, en un momento en el que la lucha contra este problema, que amenaza al planeta, es fundamental y debería ser prioritaria. Por último que un ex directivo de empresas de armamento, como Pedro Morenés, ocupe la cartera de Defensa, tampoco se presenta como una buena opción y plantea muchos interrogantes sobre su idoneidad para desempeñar esta responsabilidad.

Recientemente se ha celebrado la Cumbre del Clima en Durban. ¿Cree que ha servido para algo?
No deja de sorprender la incapacidad de los líderes mundiales a dar una respuesta a la altura de la gravedad de la situación. La firma de un acuerdo in extremis no puede esconder una huida hacia delante de los jefes de Estado y negociadores más preocupados por la reconfiguración de los intereses geopolíticos a escala mundial donde predominan la competición a ultranza, la lucha por los recursos naturales y una carrera por el crecimiento.

Primero, porque ni se cumplen las (pocas) promesas de cumbres anteriores de no superar un aumento de 2 grados en comparación con niveles preindustriales (límite para no exponerse a cambios totalmente imprescindibles y extremos según el GIECC). Segundo, porque la puesta en marcha en 2020 de un nuevo acuerdo vinculante llegará demasiado tarde. Hace poco, la muy institucional Agencia Internacional de la Energía ponía 2017 como fecha límite para acotar el incremento de temperaturas a niveles no irreversibles. Tercero, porque se ha vaciado de su sustancia al protocolo de Kyoto: solo representará un 15% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

Ante este escenario, nuevas estrategias se imponen:

·  Nuevas alianzas entre movimientos de justicia ambiental, social y democrática a nivel local y mundial para impulsar los cambios que no dan los jefes de Estado.

·  Poner la mayor parte de los recursos y energías disponibles para construir sociedades resilientes y cohesionadas, es decir preparadas para adaptarse y enfrentarse a cambios bruscos.

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