Dentro de poquito se dará una Charla sobre Derecho a Morir dignamente....y hoy colgamos este artículo con permiso del autor. ¿quien cuida al cuidado?
1. ¿Qué es cuidar?
2. ¿Quién cuida al cuidador?
3. Aprendí que…
1. ¿QUÉ ES CUIDAR?
Cuidar es amar sin condiciones; cuidar
es respetarse a uno mismo y exigir respeto a cambio, cumpliendo con los descansos y
los tiempos de ocio; cuidar es confiar en tus posibilidades y
en las de la otra persona, sin juzgarla, aceptándola tal y como es; cuidar es estar orgulloso por la labor que desempeñas; cuidar es
tener el derecho de cometer errores y ser disculpado por
ellos, sin prejuicios ni etiquetas; cuidar esreconocer tus
limitaciones y pedir ayuda; cuidar es escuchar tus
sentimientos y atender tus propias necesidades… CUIDAR ES CUIDARSE.
Todos somos cuidadores y todos seremos cuidados. Porque la vida es como el
vaivén de una ola que, después de un largo viaje, finalmente llega a la orilla
para convertirse en una enorme sábana de espuma. Y durante este viaje no
solamente tendremos que aprender a cuidar de nuestros seres queridos, sino que
también, cuando nos llegue la hora, tendremos que aprender a dejar que nos
cuiden. Una tarea a priori nada sencilla.
Pero mientras tanto, a medida que cuidamos, también necesitamos ser escuchados y cuidados. Y es que ha llegado el
momento de que los cuidadores dejen de ser “invisibles” y alcen con fuerza la
voz. Podrán señalarnos con el dedo, ignorarnos e incluso derribarnos, pero nos
levantaremos tantas veces como hagan falta. Porque cuidar a otra persona no es
un trabajo de segundas ni ningún deshonor. Al contrario. Cuidar es demostrar tener una capacidad humana sobrenatural; una capacidad al nivel
de grandes personalidades de la historia como pudieron ser Mahatma Gandhi o la
misma Madre Teresa de Calcuta. Y es que debemos de saber que nosotros -las
cuidadoras y cuidadores- somos los que, en estos tiempos tan revueltos de
grandes crisis, todavía mantenemos la esperanza de que el humanismo y los
sentimientos hacia nuestros semejantes siguen vivos.
2. ¿QUIÉN CUIDA AL CUIDADOR?
Es necesario preguntarse lo siguiente: ¿QUIÉN CUIDA EL CUIDADOR? El
cuidador es una persona con sentimientos y emociones, sensible a todo lo que
sucede a su alrededor, y por lo tanto, al igual que el resto de los humanos, es
un mundo por descubrir.
El cuidador, como diría Mario Alonso Puig, necesita reinventarse y
atreverse a comenzar de nuevo tantas veces como sea necesario. Y es que la
persona que cuida, en este largo viaje que emprende acompañando al enfermo,
también inicia un viaje hacia su interior, hacia el propio
conocimiento de uno mismo.
Por eso, a medida que transcurren los cuidados, también despertará sus
emociones y aprenderá a encender luces en aquellos lugares oscuros de su alma
donde nunca antes, por miedo o desconocimiento, se había atrevido a explorar.
“El cuidador que todavía no sabe nada de sus emociones, el que está dando
tumbos en la oscuridad, aquel cuya sonrisa sólo es una sonrisa pintada en los
labios, no puede ayudar a la otra persona. Aún con las mejores intenciones,
esto no es posible.” (La brújula del cuidador. Pág. 51).
Por lo tanto, la primera persona que cuida al cuidador es el propio
cuidador. Porque sólo aquellos cuidadores y cuidadoras que tengan un profundo
conocimiento de sí mismo serán capaces de aceptar sus
limitaciones y pedir ayuda. Y pedir ayuda, tanto a familiares, como a centros o
cuidadores profesionales, no es un signo de debilidad sino de inteligencia. Y
es que olvidarnos de la ayuda que nos pueden ofrecer los demás no tiene
sentido.
Aunque, por otro lado, un cuidador inteligente no solamente debe saber delegar tareas a su entorno; también tiene que tener un amplio sentido de la organización. Ser organizado no sólo
tiene que servir para realizar con satisfacción su trabajo, sino también para
llevar a cabo alguna actividad que le ayude a desconectar de la rutina diaria.
Acudir a grupos de ayuda mutua, aprender técnicas de relajación, apuntarse
algún taller o realizar ejercicio le ayudará a relacionarse con otras
personas y a brillar con más intensidad en sus acciones.
Aristóteles ya definió al hombre como un ser social por
naturaleza (zoon plitikon). Y el cuidador es un ser social y plural. Por eso, el
cuidador, en beneficio de su equilibrio y adaptación, y lejos de aislarse con
los cuidados, necesita socializarse con otras
personas para su supervivencia. Y es que son precisamente las personas que conocerá
en las diferentes actividades (ya sea por ejemplo de yoga, natación o pintura)
las que mediante la socialización y la interactuación estarán también cuidando
al cuidador.
El “autosacrificio total” y el aislamiento
sólo puede conducir a la persona que cuida a caer también enferma. La vida humana es vida
social. En resumen, es una decisión personal de cada cuidador encontrar esa
brújula interior que le permita caminar con optimismo y confianza por los
escarpados senderos de la enfermad. Pero tiene que saber que, aunque cada
brújula es individual, puesto que las necesidades de cada individuo como seres
únicos que somos son diferentes, está acompañado y tiene la ayuda tanto de
otros seres queridos como de profesionales.
También debemos de recordar que el cuidador está catalogado dentro de la
categoría de los superhéroes. Pero los verdaderos superhéroes no tienen capa ni
vuelan, sino que tienen la valentía de afrontar el reto de conocerse a sí mismo
y reconocer sus límites y sus necesidades. Ellos son nuestros auténticos
superhéroes del siglo XXI.
3. APRENDÍ QUE…
- Aprendí que nada de valor se obtiene sin esfuerzo. (Rosa, 54 años)
- Aprendí que cuanto más creativos seamos en los cuidados del enfermo, nos
percataremos de más cosas (María, 51 años).
- Aprendí que el grado de confianza de un cuidador en sí mismo
determina su éxito en gran parte (Alfredo, 46 años).
- Aprendí que me entristece ser el último que eligen para cuidar a mi
abuelo (Marcos, 11 años).
- Aprendí que la compañía silenciosa al lado del enfermo con frecuencia
ayuda más que otros cuidados (Josefa, 63 años).
- Aprendí que soy feliz cuando soy amable con el enfermo (Hugo, 19 años).
- Aprendí que no podemos esperar una sonrisa del enfermo si antes no le
regalamos la nuestra (Beatriz, 48 años).
- Aprendí que la autocompasión es una pérdida de tiempo (Leonor, 81 años).
- Aprendí que es mejor ser decidido, incluso si esto significa que en
ocasiones cometas un error (Víctor, 41 años).
- Aprendí que los cuidadores son los mejores maestros de creatividad,
persistencia y amor incondicional (Alberto, 28 años).
- Aprendí que la manera como cuidamos a una persona enferma es un
autorretrato (Mercedes, 64 años).
- Aprendí que si disfrutas con los cuidados es tan divertido como el tiempo
libre (Maite, 51 años).
(Fragmentos del apartado “Aprendí que…” del libro La brújula del cuidador)
Raül Córdoba
Autor del libro La brújula del
cuidador (Plataforma Editorial)
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