Ante la crisis política la solución no es sentarse a esperar, sino proponer y emprender cambios en la forma de hacer política.
A pesar de los importantes movimientos e iniciativas
ciudadanas en lo que afecta al sistema político e institucional,
seguimos en el túnel. Las resistencias a mover ficha para dibujar un
paisaje diferente a su salida siguen siendo muy grandes. Para mover
realmente las inercias y conquistar mayorías sociales que apuesten por
dar el salto a la democracia del siglo XXI es imprescindible el control
y la acción ciudadana como elemento nuclear de la regeneración de la
política.
Todos los intentos tienden a ser subsumidos por el sistema para ir más a un modelo de reformas que a un espacio de acción ciudadana contundente y real, donde poder afrontar la superación del modelo constitucional, institucional y de partidos propias de la democracia representativa del siglo XX .Este modelo ha sido incapaz de modificarse con las nuevas necesidades y quedó atrapado en una endogamia totalmente refractaria a la intervención ciudadana.
Como el sistema ha permanecido inmóvil durante 35 años, las propuestas además de corregir lo obvio tendrán que vislumbrar la emergencia y la magnitud del cambio necesario. No se trata de un remozado de fachada sino de reconstruir un edificio cuyos cimientos se han deteriorado seriamente en estos años.
Aconsejo leer a @subirats9 y su reflexión sobre partidos políticos y nuevos sujetos políticos:
Para ello se necesitan objetivos claros, cooperación política y metodología que permita entender las diferencias entre teorizar aritmética electoral y compartir espacios con las iniciativas ciudadanas -más que intentar liderarlas o representarlas- para un proceso constituyente imprescindible en este cambio de época.
Compartir objetivos significa garantizar regeneración y transparencia, democracia real con primarias abiertas, consultas, democracia líquida o rendir cuentas. Y, además, propuestas de acción común sobre la deuda, el fraude, los derechos a la sanidad, educación y vivienda digna, o un modelo de desarrollo capaz de generar trabajo digno, sin sometimiento a los poderes financieros.
Estas bases permitirían vislumbrar posibilidades de superación de alianzas vistas sólo como dinámica electoral para conectar con asambleas ciudadanas y otros movimientos, con propuestas y criterios para llegar incluso a la articulación de verdaderas candidaturas ciudadanas
Sólo tendríamos que añadirle capacidad para construir una metodología basada en grupos ciudadanos, que garantizaran procesos abiertos absolutamente participativos, consultas y toma de decisiones compartidas y con capacidad de vínculo con todos aquellos que están dispuestos aorganizar y participar de un proceso constituyente y de cambio real.
Todos los intentos tienden a ser subsumidos por el sistema para ir más a un modelo de reformas que a un espacio de acción ciudadana contundente y real, donde poder afrontar la superación del modelo constitucional, institucional y de partidos propias de la democracia representativa del siglo XX .Este modelo ha sido incapaz de modificarse con las nuevas necesidades y quedó atrapado en una endogamia totalmente refractaria a la intervención ciudadana.
Como el sistema ha permanecido inmóvil durante 35 años, las propuestas además de corregir lo obvio tendrán que vislumbrar la emergencia y la magnitud del cambio necesario. No se trata de un remozado de fachada sino de reconstruir un edificio cuyos cimientos se han deteriorado seriamente en estos años.
Aconsejo leer a @subirats9 y su reflexión sobre partidos políticos y nuevos sujetos políticos:
“De lo que se trata es de avanzar en formatos de gobierno colectivo en que evitemos la concentración de poder y donde se mantenga la capacidad de acción directa de todos”.Más recientemente @antonigr plantea también que
“Los partidos abiertos, confrontados a una idea cerrada, centralizada y jerarquizada, así como las nuevas expresiones de lo político que no desean transitar por el modelo de partido convencional, deben explorar −al menos− cuatro cambios organizativos: los datos, las redes, los debates y los espacios”.A raíz de varias iniciativas de la sociedad civil sobre la reforma de los partidos Reyes Montiel, coportavoz de Equo, mantiene un análisis muy interesante:
“No hay que esperar a que haya una reforma de la ley de partidos, ya que la apertura, la transparencia y la participación de afiliados y simpatizantes en mecanismos de elaboración y decisión colectiva es posible, no está prohibida. Sólo hay que tener voluntad política”Todas estas reflexiones son básicas para retomar lo que planteaba en el inicio del artículo: conquistar mayorías sociales y rescatar política de su incapacidad para garantizar el bien común frente a los grupos de poder que han parasitado las instituciones representativas.
Para ello se necesitan objetivos claros, cooperación política y metodología que permita entender las diferencias entre teorizar aritmética electoral y compartir espacios con las iniciativas ciudadanas -más que intentar liderarlas o representarlas- para un proceso constituyente imprescindible en este cambio de época.
Compartir objetivos significa garantizar regeneración y transparencia, democracia real con primarias abiertas, consultas, democracia líquida o rendir cuentas. Y, además, propuestas de acción común sobre la deuda, el fraude, los derechos a la sanidad, educación y vivienda digna, o un modelo de desarrollo capaz de generar trabajo digno, sin sometimiento a los poderes financieros.
Estas bases permitirían vislumbrar posibilidades de superación de alianzas vistas sólo como dinámica electoral para conectar con asambleas ciudadanas y otros movimientos, con propuestas y criterios para llegar incluso a la articulación de verdaderas candidaturas ciudadanas
Sólo tendríamos que añadirle capacidad para construir una metodología basada en grupos ciudadanos, que garantizaran procesos abiertos absolutamente participativos, consultas y toma de decisiones compartidas y con capacidad de vínculo con todos aquellos que están dispuestos aorganizar y participar de un proceso constituyente y de cambio real.
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